jueves, septiembre 13, 2012

No nos callemos.



Hoy venia andando en bici por la calle. Al llegar a la intersección con Pueyrredon. Escucho los gritos de Silvia.
- No me roben por favor!!!!!! No me roben!!!! 
 Automáticamente frene. Era un hormiguero de gente, el once estaba intoxicado. 
-Ella me robo!!!  Ella me robo!!!
 Todos pasaban al lado y se escapaban de la situación. Frené. Ella seguía gritando: 
- Ella me robo!! ella me robo!!! 
Su rostro estaba todo comprimido y el llanto y la desolación le cortaban la respiración. 
-Por favor no dejemos que esto pasé!!!
 Miré a la supuesta ladrona. Peruana, ojerosa, pelo castaño. 
- Vos que te metes!!!, me decía y me miró. Juro que no nos dijimos nada pero con los ojos ninguno pudo escapar de la realidad. Esa mirada que detiene el tiempo, que penetra el alma. Entendí todo.
- No la sueltes. Le dije a Silvia y me fui. En la esquina encontré un policía y ahí nomás le chifle! 
- Te necesitan a media cuadra, métele!.
                Ya todo era un quilombo, mucha gente, mucho ruido. Un peruano paso y me dijo ella roba siempre, hacen lo mismo le caen con 5 chicas más y la empujan a la persona y no puede defenderse y ahí le roban todo. Ella nos hace quedar mal a nosotros los peruanos. Le frene el discurso y le dije que las etnias no tienen que ver con el hecho delictivo.
                Ya era mucha gente. Todos habían visto todo. Pero a la hora del testigo empezaron a irse como en un acto callejero cuando se pide colaboración con el artista.
                Me acerque le di un papel con mi nombre, mi dni y mi celular. Le dije me voy si me necesitan avísame y voy a declarar. Otra mujer hizo lo mismo.
                Me fui. A las 2 horas me llega un mensaje: Gracias por tu ayuda! Soy Silvia! Ya recupere el  tel por no callarme. La señora está detenida. Gracias!
                Suspire y pensé. Menos mal que no me fui, creer en lo que creo, hizo que una injusticia se resuelva. O  no, quizás se iba a resolver de todos modos sin mi participación y otro hubiera ocupado mi lugar. Pero no hay que esperar, hay que accionar. Si queremos una sociedad más justa debemos ponerle el pecho a las injusticias, mejorarnos entre todos.  15 veces mientras todo esto pasaba muy rápido, pensé ¿me quedo o me voy? Ayudo o entorpezco. Quizás es como dice Castaneda, solo seguir los caminos que tengan corazón.

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