Terminar un ciclo suele ser una experiencia sumamente
gratificante y bella. Ayer/Hoy.
Hicimos la última función de “Catalina, una piba de plaza
flores”. Se súper disfruto, se rió, se
festejo, se bebió, se la paso genial y
el Pato Pedernera, GRAN (si con mayúscula) músico argentino, nos toco un rato la viola. 4
de la matina, paro de llover. Bueno… ¿Arrancamos?
Como quería sacarme la barba que vengo usando para el
personaje de la obra, decidí arrancar para Castelar en vez de tomar la corta
opción “ir a dormir a Caballito”, me subí a mi bici y arranque de Flores.
Re tranca caían dos gotitas…
calor tropical… humedad… sube la humedad… sube más… sube más… y a la altura del San Juan de Dios
yendo por Rivadavia, Escucho un trueno que raja la tierra.
7 segundos después comenzó a llover, me refugie en un techo
normal en la esquina de Las Heras y Rivadavia.
Hasta que de repente empezaron las gotas a girar en el aire
como en tromba, parecía que venían de la tierra, el viento se puso salvaje y
recordando el Huracán que no viví, me dije voy a atar la bici. Lo cual hice en
una pequeña reja.
20 min después las calles se transformaron en ríos y la av. Rivadavia
en mar, llevando una marea que golpeaba contra los contenedores de cemento del
tren y volvía con furia contra el zócalo
donde me había subido. Frente a la mirada atónita de un tachero que
literalmente flotaba con su auto por Rivadavia.
Esto comenzó a convertirse en un deporte extremo, mis manos se colocaron en una ventanita con rejas y cada vez que venía la ola me sostenía en el aire para que el agua no me tocara. Después se sumaron los contenedores de basura que fueron a parar donde yo estaba. Entonces se convirtió, en ola, contenedor, caminar por el contenedor, girar, volver a agarrarme de la reja con las manos, sostener el cuerpo, ola, contenedor, zócalo. Seguí así un par de ratos pensando que el agua iba a seguir subiendo. Mis dedos se manchaban de grasa con la ventana que estaba sucia. Fue ahí cuando decidí dejar una frase escrita… un arte póstumo ante la posibilidad que el agua se hiciera conmigo. Luego todo comenzó a calmar. Los rayos de mi bici quedaron decorados con apio, bolsas, guantes de látex y demás adornos que le dejo el contenedor. Llegué a mi casa a las 8 y dormí como naufrago.
Esto comenzó a convertirse en un deporte extremo, mis manos se colocaron en una ventanita con rejas y cada vez que venía la ola me sostenía en el aire para que el agua no me tocara. Después se sumaron los contenedores de basura que fueron a parar donde yo estaba. Entonces se convirtió, en ola, contenedor, caminar por el contenedor, girar, volver a agarrarme de la reja con las manos, sostener el cuerpo, ola, contenedor, zócalo. Seguí así un par de ratos pensando que el agua iba a seguir subiendo. Mis dedos se manchaban de grasa con la ventana que estaba sucia. Fue ahí cuando decidí dejar una frase escrita… un arte póstumo ante la posibilidad que el agua se hiciera conmigo. Luego todo comenzó a calmar. Los rayos de mi bici quedaron decorados con apio, bolsas, guantes de látex y demás adornos que le dejo el contenedor. Llegué a mi casa a las 8 y dormí como naufrago.
dice: "llovia y tuve que parar. Surfeo en contenedores de basura. Todo se inundo, se produjeron olas interminables, parecía el mar." " No quiero que me lleve la Corriente"
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